viernes, 28 de febrero de 2020

Santa Judy o Sólo la verdad




Título original: Saint Judy

Año: 2018

 

País: EEUU

Género: Drama, pieza biográfica

 

Director: Sean Hanish

Actuaciones: Michelle Monaghan, Leem Lubany, Common, Peter Krause, Ben Schnetzer, Waleed Zuaiter

 

Música: James T. Sale

Fotografía: Richard Wong

 

Premios y exhibición en festivales: Nominada para un premio LA Muse en el Festival de Cine de Los Ángeles 2018, Mejor película internacional en el London Raindance Film Festival 2018 y un premio Mind the Gap en el Mill Valley Film Festival 2018.

 

Sinopsis: El relato conduce al caso llevado a cabo por la abogada de inmigración de Los Ángeles Judy Wood, en el que a partir de la historia de Asefa, de origen Afgano, logra reformar la ley de asilo estadounidense para salvar la vida de mujeres víctimas de agresión, violación y tortura.

 

Asefa fue víctima de terroristas talibanes por abrir una escuela para niñas y enseñarlas a leer. Tras huir y ser detenida en Estados Unidos, la joven es drogada sin ninguna razón y de no ser por Wood hubiera sido extraditada y enviada a una muerte segura.

 

De acuerdo a la agencia de noticias EFE “la cinta, basada en un hecho real, se desarrolla en 2003, cuando el sistema de inmigración atravesaba una crisis tras los atentados del 11 de septiembre de 2001”.

 

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A ciegas






Título original: Bird Box

 

Año: 2018

País: EEUU

Género: Drama, suspenso, horror

 

Director: Susanne Bier

 

Actuaciones: Sandra Bullock, Trevante Rhodes, Sarah Paulson, John Malkovich, Tom Hollander, Jacki Weaver, David Dastmalchian

 

Premios: Fue vista en más de 45 millones de hogares en la primera semana en el aire, de acuerdo con la cuenta en Twitter de streaming Netflix.

 

Música: Trent Reznor

Fotografía: Salvatore Totino

 

Sinopsis: Basada en la novela del mismo nombre, escrita por Josh Malerman, narra la historia de Malorie, una mujer de mediana edad, próxima madre soltera, que se enfrenta a un fenómeno apocalíptico en el que unas fuerzas sobrenaturales inducen a las personas a suicidarse. Hasta entonces, la única preocupación de Malorie era establecer una conexión emocional con su bebé, la cual forja sin darse cuenta al protegerlo a toda costa (a él y a una niña a la que adopta) de estos extraños monstruos.

 

Lo peculiar en la historia es que no parece haber claridad sobre ese “mal” que incita a algunos a atentar contra sí mismos, y a otros a procurar que los demás se hagan daño. Lo cierto es que se trata de una fuerza externa, tóxica y malintencionada, que solo se puede evitar manteniendo los ojos vendados y evitando relación con personas negativas (enfermos mentales), cuya tarea es hacer ver al resto para que se suiciden. Algo muy peculiar si se analiza el mundo en el que vivimos, cada quien con sus “ideas” sobre lo que está bien o mal, llevando al resto al abismo.

 

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miércoles, 12 de febrero de 2020

Padre no hay más que uno







Año: 2019

País: España

Género: Comedia, familiar

 

Director: Santiago Segura

Actuaciones: Santiago Segura, Toni Acosta, Leo Harlem, Silvia Abril, Wendy Ramos, Martina D´Antiochia, Calma Segura, Sirena Segura, Luna Fulgencio, Carlos González

 

Exhibición en festivales / cines: Película española más taquillera de 2019 y el segundo mejor estreno del año.


Música: Roque Baños

Montaje: Fran Amaro

Fotografía: Ángel Iguacel

 

Sinopsis: A simple vista este remake de la comedia argentina Mamá se fue de viaje, dirigida en 2017 por Ariel Winograd, parece ser la típica historia del padre que al enfrentarse por vez primera a quedarse solo con sus cinco hijos termina reconociendo que su esposa en definitiva “hace demasiado”, tanto por el hogar como por la crianza de los niños; pero más allá las actuaciones -sobre todo las infantiles- son magistrales, y la película hace reír de principio a fin.

 

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Parásitos







Año: 2019

País: Corea del Sur

Género: Tragicomedia, drama, suspenso

 

Director: Bong Joon-ho

Actuaciones: Song Kang-ho, Lee Sun-kyun, Cho Yeo-jeong, Choi Woo-shik, Park So-dam, Cho Yeo Jeong, Jung Ji-so

 

Premios: Primera película de habla no inglesa en llevarse el galardón principal de los Premios Oscar. Además de Mejor película, este 2020 se llevó los Oscar como Mejor película internacional, Mejor director y Mejor guión original, más dos nominaciones como Mejor montaje y Mejor diseño de producción. 

 

Primera película de Corea del Sur en ganar una Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes (2019), así como la segunda en obtener un voto unánime (la primera fue La vida de Adèle en la edición del 2013). Mejor película extranjera en los Globo de Oro (2019), donde estuvo también nominada como Mejor director y Mejor guión. Mejor película en el Festival de Cine de Sídney. Mejor director y Mejor película extranjera en los Premios de la Crítica Cinematográfica, donde concursó también en cinco nominaciones.

 

Premio Writes Guild of America (2020) por Mejor guión original. Premio FIPRESCI a Mejor Guión Internacional en el Festival Internacional de Cine de Palm Springs (2020). Premio al cineasta de Hollywood en el Hollywood Film Award (2019) y Mejor película de habla no inglesa en el National Board of Review (2019).

 

Música: Jeong Jae-il

Fotografía: Hong Kyung-pyo

 

Sinopsis: Algunas sinopsis señalan que el filme muestra la similitud de dos familias separadas por la brecha social, mas el relato es precisamente sobre la incapacidad de cohesión que existe en ambas por un muy marcado abismo socio-económico.

 

Por un lado, una familia aparentemente “muy amable” y sin preocupaciones que tiene absolutamente todo a su alcance; por el otro, una familia que lucha cada día por llevarse el pan a la boca y que utiliza ingenio y habilidades (que le sobra) para aprovechar una única oportunidad que se presenta de mejorar su condición de vida, aunque esto signifique incurrir en ciertos delitos como la estafa.

 

La construcción de esta historia da al espectador pequeños tips sobre lo que ocurrirá a continuación; sin embargo, en un primer vistazo parecen impredecibles los acontecimientos que terminan en tragedia para ambas familias, y para una pareja inusual que -aunque al principio pasa desapercibida- termina siendo la que desata el conflicto.

 

Al final, los “buenos” terminan siendo “malos” y viceversa cuando aflora con crudeza una realidad: Para los ricos los pobres “hieden” y si existe alguna similitud entre ambos opuestos es que de alguna manera se “necesitan” entre sí para mantener la apariencia de una vida feliz y perfecta; es decir, el proletario necesita al patrón para que le dé trabajo y el jefe necesita quién le obedezca por dinero.

 

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miércoles, 5 de febrero de 2020

Vida de perro


Era muy joven cuando la conocí, cuando la miré supe de inmediato que se convertiría en mi primer y único amor. Ella tenía una mirada cálida y triste aquel día, que desarmonizaba con la sonrisa dulce, abierta y sincera, tan llena de alegría que me regaló al verme.
Casi enloquezco cuando me estrechó entre sus brazos, llenando de calor mis huesos congelados por el frío del invierno. Quería agradecerle su ternura, así que no me contuve y con emoción la besé.
En un par de horas me llevó a su casa y al verme hambriento me dio de comer, por sus cuidados la amé tanto que prometí dedicar mi existencia a cuidarla y protegerla siempre.
No deseaba apartarme nunca de ella, incluso en las noches le rogaba que me dejara dormir a su lado. Las sábanas de su cama contenían su aroma, yo me restregaba en ellas, recostaba mi cabeza sobre su cabello y me permitía imaginar que la vida siempre sería así, que todo seguiría igual de perfecto, hasta que me quedaba dormido en la delicia de ese pensamiento.
Su madre no estaba de acuerdo con nuestra relación, siempre me criticaba y me insultaba de mil maneras. Su comportamiento y sus gritos hacían llorar a mi niña y aunque yo intentaba consolarla, ella no podía dejar de derramar pesadas gotas de agua amarga.
Siempre se me hacían insoportables las horas que pasaba sin ella. “Tengo que ir a estudiar”, me decía, “voy a salir con unas amigas”, “el muchacho que me gusta me invitó al cine”. ¿Cómo podía divertirse con otros, cuando yo sólo pensaba en ella?, ¿cómo podría ella desear estar con gente extraña y no conmigo?, ¡con personas ajenas a sus sentimientos!, ¡poco cercanas a sus pensamientos!, ¡desconocedoras de sus dolores!
Yo amo su compañía cargada de risas o de silencios, amo verla aún por las mañanas cuando se levanta despeinada, con sus ojos entreabiertos y llenos de lagañas, la beso y aunque esté sin cepillar los dientes, no puedo dejar de hacerlo, porque sus labios son para mí el cáliz más preciado.
Nadie entiende como yo sus inquietudes, nadie comprende y perdona como yo sus enfados y sus cambios de ánimo.
Aún así, ahora que soy viejo, ahora que la amo con locura y desesperación, me echa a un lado. Ya no da masajes con sus uñas a mi cabeza, ni peina mi pelo con las delicadas yemas de sus dedos. Ya las noches no las comparte conmigo, ahora son el frío y los tormentosos ruidos de la oscuridad quienes me hacen compañía.
Cómo extraño las caminatas a su lado. Yo la miraba contento, ella me veía como si sintiera orgullo de tenerme a su lado. A veces yo caminaba muy rápido y la dejaba atrás, ella me llamaba la atención, pero luego en sus ojos volvía a resplandecer la ternura. Y cuando llegábamos a casa, me tendía un plato desbordado de agua, el cual yo tomaba con gusto, entonces acariciaba mi cuerpo lo que hacía rebosar mi corazón de una enorme felicidad. ¡El mundo no podría ser mejor!
La última vez que me paseó no me regresó a la casa. Pensé que yo estaba enfermo y que ella me había llevado donde el doctor. Habían varios hombres que vestían con bata, además habían varios perros en jaulas, me extrañó un poco verlos encerrados. Luego a mí también me encerraron.
Pude ver lágrimas en los ojos de mi niña, lo cual me desesperó porque me dolía mucho verla triste y pude entender que me decía que no volveríamos a vernos.
En el encierro pude recordar una de las pocas veces que me paseó, en la que conversé con otro perro. Él me dijo con orgullo que su dueño no podía bañarlo, no podía llevarlo al veterinario, muchas veces no podía incluso alimentarlo, porque vivía en la calle y con las pocas monedas que le daban las personas de buen corazón, apenas podían comer. Pero era el mejor dueño que un perro podía desear, el perro con el que conversé sabía que su amo jamás lo dejaría.
Su dueño no lo abandonaría, porque sabía el dolor que causaba la soledad y lo preciado que es tener a alguien cerca, sabía lo importante que es cuando alguien te da su amor incondicional, ese alguien quien, sin importar tu aspecto físico o tu forma de ser, te ama y no le entregaría su amor a más nadie.
Yo ahora me veo desprovisto de mi libertad, no sólo por el hecho de estar encerrado. Soy prisionero de un amor no correspondido, de un amor que se desprende fácilmente de una mascota, porque los animales al volvernos viejos estorbamos, somos incomprendidos y, de repente, después de todo nuestro amor, nos volvemos una molestia, una carga.
Pero aún así yo la amo y muero por ella, muero de tristeza, por no poder olvidarla, muero víctima de la agonía de su recuerdo, muero entre la dulzura de su cama, con su aroma impregnado en sus sábanas, con la cabeza recostada sobre su cabello, mirando sus tristes ojos y la sonrisa, que un día me ofrecieron cobijo y un techo.

Faraón


Me senté en el bar a tomar cerveza, mientras jugaba una partida de dominó con mis amigos Lucas, el Chino y Andrés. Siempre pensé tener suerte en el juego sin necesidad de estar contando las piezas, así que no me molesté en hacer el menor caso a las indescifrables señas del Chino. En consecuencia, Lucas y Andrés nos ganaron.
Cuando el Portu nos sacó del bar estábamos a mitad de la revancha, entramos al bar de enfrente, el Bellas artes, pero al parecer se dejaron llevar por nuestro aspecto descuidado: “Ya están ebrios, vayan a fastidiar a otro lado”, nos dijo la dueña determinante y unos hombres nos empujaron hasta la puerta.
Andrés no se desprendía de la botella en donde aún ensopaba dos dedos de cerveza, Lucas cargó con él y se lo llevó en la camioneta 4x4 que le regaló su papi. Al buscar al Chino pude ver que había recogido un pequeño gato, color gris atigrado, de alguna de las bolsas de basura que adornaban las puertas del local. Lo miraba con los ojos abultados como luna llena, al mismo tiempo que lo acariciaba y le decía malicioso: “¡Gato, ¡oh gato!”. Es difícil describir el tono de su voz, parecía una especie de gargajo y a la vez de condena.
¡Vamos a hacerle maldades al gato!, sentenció cuando me vio y tomando al gato por el cuello se dispuso a lanzarlo hacia la carretera, pero a tiempo lo tomé y le dije: “Estás ebrio, vámonos para la casa. Era la primera vez que agarraba a un gato, lo hice sin pensar.
Le quité al Chino las llaves del chevette y me quedé a dormir en su casa. Dormí en el chinchorro que tenía colgado junto a la cama y de repente escuché un maullido acompañado de un: “¡Maricón, agarra a ese gato! Si me vuelve a aruñar los pies lo lanzo por la ventana”.
María me había dicho que se sentía muy triste desde que se le había escapado Pelusa, su antiguo gato, y que quería comprar uno nuevo. No logro entender por qué las mujeres siempre tienen que ponerle nombres ridículos a sus mascotas, había pensado llamar a este Faraón y regalárselo para que no me estuviera reclamando siempre que no le presto atención y que soy incapaz de ser un hombre detallista. En mi casa no lo podía tener, porque mi mamá es alérgica a los gatos.
Te tengo un regalo, adivina qué esle dije por teléfono esa mañana.
¿Un regalo, tú?, ¿y ese milagro? Siempre te estás quejando de que nunca tienes real. Bueno, ¡dime, anda!, ¡no seas malo! 
Se trata de un gato. No lo compré, lo rescaté de las garras del Chino anoche, el marico estuvo a punto de arrojarlo a la carretera.
¡Un gato! No, yo no puedo hacerme cargo de un gato ahora. Además me estás diciendo que es callejero y mi mamá no va a aceptar que un animalejo así entre a la casa.
¿Qué te está diciendo? ¿Por qué la cara de pendejo?– Preguntó el Chino por mi cara de asombro.
Nada, sólo que la muy estúpida no quiere aceptar al gato, porque tiene tanta alcurnia y tanto dinero en el bolsillo como yo.
Yo te lo he dicho Sebas. Si ya te acostaste con esa sifrina lo mejor es que te deshagas de ella.
Tomé al gato y me lo llevé a un refugio cuatro cuadras más arriba, pero no me lo quisieron aceptar porque ya tenían muchos animales esperando por la adopción. Me recomendaron un lugar hacia La Candelaria, pero por más que caminé no encontré nada parecido a un centro para mascotas.
Intenté despejarme un poco, caminar siempre me había ayudado, pero esta vez sentía ardor y una especie de hedor por todo el cuerpo. En eso una pareja de ancianos me detuvo, “si no tuviera ya en la casa dos gatos, me lo llevo”, dijo uno de ellos. Bueno, ¿qué era uno más? -pensé-, pero ya los señores se habían ido, no sin antes recomendarme que me parara por Los Caobos, donde por lo general había mucha gente con niños, a ver si alguien se interesaba.
No niego que muchos niños se aproximaron con la intención de acariciar al gato, pero sus madres les decían lo que me decía la mía cuando tenía la misma edad: “Los gatos tienen microbios y son muy ariscos”.
Ya no tengo dudas de los microbios, veía ascender por mi cuerpo como una lava una picazón y un enrojecimiento que sólo podía deberse al gato. ¿Pero qué podía hacer?
Traté de no perder el ánimo, estuve dando vueltas por el parque alrededor de hora y media. El cansancio, el hambre y las ganas de darme un baño empezaban a hacerse sentir con desesperación cuando una niña se me acercó.
¿Cómo se llama? 
Faraón
¿Es tuyo? – preguntó con inocencia la niña
No, estoy buscando a alguien que se pueda quedar con él
¡Ah!dijo la niña abriendo enormemente la boca
Dámelo, mi mamá siempre me ha dejado llevar gatos a la casa, ya tenemos tres
Enseguida una brisa de alegría sopló en mi cara. Entregándole al gato le pregunté su nombre: “María” (todas se llaman María, menos las maracuchas ellas inventan nombres como Yubirí o Marilín). En seguida echó a correr hasta llegar junto a un grupo integrado por un señora y tres niños; dos varones y una hembra, todos de diferente tamaño. Al ver llegar a la niña con el gato se lo pasaron de mano en mano, dándole la bienvenida a la manada. Había hecho una buena acción. Podía respirar aliviado.
En lugar de irme enseguida a la casa quise contemplar por un momento más mi cuadro, como un Monet observando su Impression soleil levant. De ahora en adelante si el gato comía, dormía, era mimado, todo me lo debía a mí.
Fue entonces cuando le dejaron correr libre detrás de un carrito de juguete que uno de los niños había soltado para que Faraón jugara. Impulsivamente corrí, me hice nuevamente de él y cuando estuve a punto de cruzar la calle: “¿Señor, se volvió usted loco o qué?”, preguntó la niña.
Me dolió tanto el “señor” que enseguida le devolví el gato. Ella lo había entendido todo. Me armé de valor y no me quedé a observar.

Marte necesita madres

  Año: 2011 País:   EEUU Género: Aventura, familiar, animación Director: Simon Wells  Sinopsis:  A un niño desobediente se le cumple el dese...